Al fondo de la
cueva una sombra es reflejo del gran animal que poco a poco va buscando un
refugio para el largo retiro invernal. Comienza así una fase vital en la vida
del oso -la hibernación- que en esta ocasión nos traslada a una pequeña cavidad
hace miles de años atrás. El oso de las cavernas tras dar varias vueltas ya
parece cómodo en la que durante meses será su morada.
El oso de las
cavernas -Ursus spelaeus- era más
grande que el oso pardo actual, se estima que los machos adultos llegaron a
alcanzar los 450 kg, y a pesar de los impresionantes colmillos que presentaba
su dieta era fundamentalmente vegetariana.
Los ejemplares
más antiguos encontrados tienen alrededor de 300.000 años y entre éstos hay fósiles
directos (huesos, dientes) y también interesantes restos indirectos, como es el
caso de impresionantes zarpazos cuyo estado de conservación ha permitido en
determinadas ocasiones distinguir la forma de las uñas e incluso las marcas del
pelo de las patas.
El oso de las
cavernas vivió en Europa desde el Plioceno Medio hasta hace unos 10.000 años
cuando se extinguió, llegó por tanto a convivir con el ser humano, siendo
curioso el hecho de que su extinción coincida con la llegada del Homo sapiens a Europa, si bien, hay que
tener también en cuenta otros factores como el clima, ya que nos encontramos en
la última glaciación.
Es de destacar
que se conocen numerosos enterramientos humanos en los que se han localizado cráneos
de oso así como pinturas rupestres, poniendo de manifiesto el importante papel
que jugaron en la vida del ser humano.
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